“Ser artista
es atreverse a fracasar como nadie más se
atreve a
ello.”
El fracaso es un concepto que,
en principio,
no tiene existencia autónoma, imposible de desligar del
aspecto
positivo: el éxito. La idea de éxito determina nuestra sociedad,
establece
nuestra manera de entender el mundo y de relacionarnos.
El éxito no
sólo es expresión de la ideología dominante, ocultando el
resto de
actitudes como fracasos, sino que es una de las maneras de
autogobierno
que nos impone nuestra sociedad. El fracaso, y no los
éxitos
estipulados como tales, es lo que constituye lo que somos.
Reconocer el
fracaso como exento de la dinámica del éxito es reconocer
la
posibilidad de una alteridad. Hay que hacer el fracaso.
En nuestra
sociedad, caracterizada por la dominación de los cuerpos
y de los
deseos, el fracaso aparece como posibilidad de creación de
identidades
al margen, creación de subjetividad. Hacer el fracaso
permite
acceder a una subjetividad otra, además de desentrañar el
código
establecido. No se trata, por tanto, del fracaso al que uno se ve
abocado
cuando busca el éxito, sino del fracaso que actúa fuera del
marco
establecido con normas propias. Hacer el fracaso es, antes de
nada, una
postura activa, una manera de hacer arte, de pensar, de vivir:
una actitud.
Lo que la exposición plantea no es sólo la tesis del fracaso,
sino
fundamentalmente el fracaso como estrategia.
El fracaso
tiene la capacidad de crear acontecimiento, de crear un grado
de excepción.
Asimismo, se opone a la estética del espectáculo, y de lo
espectacular.
Algunos de los referentes artísticos de fracaso pertinentes
para este
contexto son Los idiotas de Lars von Trier, la literatura de
Beckett y las
acciones de Bas Jan Ader y Francis Alÿs. En Los idiotas,
Lars von
Trier articula la hipótesis de construirse un personaje social no
por exceso de
éxito sino por defecto; establecer una relación con los
demás a
partir del papel del condenado al fracaso, el idiota. La literatura
de Beckett
describe de manera recurrente un movimiento continuo
hacia lo
indeterminado; un movimiento continuo, aunque sea a rastras o
hundido en el
fango. El caso de los artistas Bas Jan Ader y Francis Alÿs
es
paradigmático porque descodifican la manera en la que construimos
la realidad
por medio de su fracaso.
En cuanto a
la relación entre el fracaso y el arte, esta idea del fracaso
encierra una
idea del arte, una categoría estética estrechamente ligada
al arte
contemporáneo. El arte y el fracaso son de una naturaleza
muy parecida.
Ambos son categorías que se perciben. Ambos son
dependientes
de un momento determinado; no sólo dependientes del
momento y la
cultura que los producen, sino también reflejo de ellos. El
fracaso, como
el arte, revela el funcionamiento de las cosas y lo analiza.
Finalmente,
el fracaso amplía el horizonte de lo posible.
Extracto
del texto de Daniel Cerrejón en el catalogo de la exposición “Hacer el Fracaso”
Casa Encendida Mayo 2012
https://www.obrasocialcajamadrid.es/Ficheros/CMA/ficheros/OBSCultura_Ineditos12Catalogo.PDF
https://www.obrasocialcajamadrid.es/Ficheros/CMA/ficheros/OBSCultura_Ineditos12Catalogo.PDF
"el salto de Yves Klein" el hombre gris 2012 |
CONVERSACIÓN
ENTRE ALESSIO
ANTONIOLLI Y
DANIEL CERREJÓN
(extracto
del texto original)
Daniel
Cerrejón [D. C.]: Entiendo este proyecto como una especie
de
colaboración entre el jurado que lo seleccionó y yo, ya que todos
hemos
participado para que se haga realidad. Siento mucha curiosidad
sobre tu
punto de vista; quisiera saber por qué lo elegisteis y qué es lo
que te
resulta interesante de la idea de Hacer el fracaso.
Alessio
Antoniolli [A. A.]: Para mí, hay algo muy actual en la idea de
organizar una
exposición que aborde el fracaso de la forma que tú
propones. Lo
que aquí se sugiere es que el concepto de “hacer el
fracaso” no
identifica cosas que no han funcionado, sino que parece
tratarse de
lo que podría perderse, desecharse o simplemente no ser
tenido en
cuenta porque se sale de la norma. En ese sentido, Hacer el
fracaso
apunta a cosas que podrían parecer marginales o no resueltas,
pero que
pueden introducir una nueva serie de posibilidades. En un
momento en
que la norma (el statu quo social y político) está en crisis,
resulta aún
más importante, incluso urgente, encontrar formas o rutas
alternativas
para avanzar. Es posible que haya diferentes niveles de
crisis en el
mundo, pero, sin duda, parece oportuno entender que el
éxito, tal
como lo conocemos, no puede continuar de la misma manera,
y su fracaso
podría verse cada vez más como una alternativa deseable.
En el ámbito
de las instituciones culturales, los recortes de la inversión
y la
redistribución del dinero público nos obligan a replantearnos la
forma en que
seguimos funcionando y trabajando con los artistas.
No estoy
sugiriendo que tu propuesta o los artistas de la exposición
traten
necesariamente estas cuestiones de forma directa, sino que las
considero
útiles a la hora de valorar las obras de esta muestra por su
mayor
preocupación por el proceso y por el hecho de que, en muchos
casos, no
encajan bien dentro de los marcos comerciales.
D. C.: Es
posible que esté proponiendo algún tipo de solución cuando
sugiero que
es necesario fracasar para seguir adelante.
A. A.: En tu
idea de “hacer el fracaso” parece que defiendes algo
activo; es
una decisión consciente y deliberada. En este sentido, el
fracaso forma
parte de una decisión de desarrollar algo que no puede
ser
interpretado como un error o una sorpresa desagradable; por el
contrario, es
algo que está inscrito en la obra y presente a lo largo de
todo su
proceso.
D. C.: Me
interesa mucho el proceso, pero quiero subrayar
especialmente
que la idea de “hacer el fracaso” no es algo que se
derive o
dependa necesariamente del proceso de creación de una
obra. En
realidad, si pienso en los artistas de la exposición, para
algunos de
ellos el proceso no es tan importante. Por ese motivo, es
necesario
separar el fracaso como resultado del fracaso como premisa
conceptual o
como punto de partida que se materializa por medio
de la obra.
Hace alrededor de un mes asistí a una presentación de
tres artistas
que hablaban del fracaso. Afirmaban que el fracaso es
importante
para la evolución de una práctica artística porque forma
parte del
proceso de aprendizaje que lleva al éxito. Así que, cuando
tuve ocasión,
les pregunté: si el fracaso es tan bueno, ¿qué es lo que
hacéis
vosotros para fracasar? Me contestaron que el fracaso es algo
que sucede;
yo les respondí que ésa era una posición muy pasiva
por su parte.
Con todos los elogios que recibió el fracaso en aquella
presentación,
tendría seguramente más sentido convertirlo en algo
más positivo,
pero entonces habría que dejar de pensar en él como la
simple
antítesis del éxito.
A. A.: ¿Te
refieres a una situación en la que fracaso y éxito están
presentes de
forma continua, pero, en lugar de representar cada uno
el contrario
del otro, están de hecho “uno dentro del otro” o, al menos,
discurren
codo con codo?
D. C.: Me
gusta tu idea de una obra de arte que tenga un fracaso
potencial
dentro de su propio éxito. Sin embargo, yo lo llevaría aún más
lejos y
afirmaría que estoy tratando de separar el fracaso del éxito. Si
bien es
cierto que están muy próximos entre sí, lo que quiero es sugerir
una situación
en la que el fracaso pueda ser liberado del éxito y ser
independiente
de él. Quizás guarde más relación con la idea de ofrecer
una condición
o una idea alternativa. Para mí, cuando alguien fracasa
activamente,
no se rompen las reglas del juego, sino que cambian.
Quiero decir
con eso que, cuando se crea algo para que fracase, el
resultado
debe quedar necesariamente fuera de la relación fracasoéxito.
Con ello se
comienza verdaderamente a cuestionar la idea de
1 comentario:
Buscaré el momento para leer con detenimiento tu blog, cayetano. De momento, lo que veo y leo me interesa mucho.
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